Hoy he tenido una experiencia muy bonita y reflexiva trabajando
con un equipo precioso de personas que apostamos por un proyecto en común, con
ilusión, con ganas, con esfuerzo, pero sobre todas las cosas con mucho amor.
Me gustaría compartir una pequeña anécdota... este domingo tocaba
lijar las ventanas, para ponerlas mas armónicas, queríamos sacar la pintura que
se ve de un grosor y una textura no muy agradable a la vista, ni al tacto,
por lo tanto tampoco al sentir.
Lista y preparada… ¡Comienzo con la tarea!
Primero había que aplicar un producto que ayudaba a que la pintura
despegue, se aplica con pincel sobre toda la superficie como si estuviéramos
pintando y luego que lo dejamos actuar pasamos el rascador.
Una vez aplicado el decapante empiezo a ver como la primera
capa de verde un tanto chillón difícil, muy difícil de despegar, se ablanda, se
arruga y puede sacarse fácil, por momentos de manera un poco desagradable y
sucia, pero también generándome cierto placer cuando paso el rascador y
veo que sale una gran cantidad de pintura, siento que voy consiguiendo algo.
Por momentos creí que ya estaba, que debajo de ese verde no había
nada, pero hete aquí que para mi sorpresa... la capa de pintura que venia después
del verde era marrón, que llegue a pensar en algún momento que era la madera, ¡Ja!
Que ingenua, cuando me di cuenta me dije:- Hay que seguir, esto recién
empieza... y seguimos con el mismo proceso. Apareció, debajo del marrón, otro
color. ¡Si, mas! Pero una vez llegabas a él, ya podías ver debajo la madera,
una madera con sus años, firme, y en algunas partes un poco reblandecida,
veteada con tonos predominantemente oscuros y otros claros, pero que trabajándola
se podía modelar y volver a brillar.
¿Sabes cual era el último color de pintura que apareció antes de
llegar a la madera? Había una capa de color lila… Cuando lo vi. Me pregunte:- ¿Lila?
¡El color de la transformación!
Aunque por momentos el verde parece haberse infiltrado en cada
grieta, como si la primera capa que quitamos también formara parte de la
madera, tenemos las herramientas, sabemos donde esta, como sacarlo y
efectivamente forma parte, pero contémplalo, acéptalo y trabaja en el.
Remodelarlo, darle otra forma, otro barniz, otro brillo, pero
todos transparentes que dejen ver la hermosura de la madera, de esa perfecta
imperfección.
Afirmando lo que creo hace tiempo y con una inmensa alegría,
pienso en que este trabajo es perfecto.
Cuando logramos involucrarnos enteramente en lo que hacemos, con
pasión, con ilusión, dando lo mejor en ese momento, en el momento presente,
podemos conseguir resultados asombrosos.
Como la vida misma... quitando capas, a veces con ayuda de alguien
o algo empiezas a quitar la primera y aunque creas que recién estas
empezando... y por momentos te creas vencido llegara el momento que vislumbres
la originalidad, la autenticidad, sin caretas, sin barnices, y ahí ya no
quieras parar.
Somos nuestra obra maestra, la pieza principal de nuestras vidas.
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